El océano y la criósfera – partes congeladas del planeta, como los glaciares – desempeñan un papel fundamental para la vida en la Tierra, ya que todas las personas dependemos de forma directa o indirecta de estos de muchas maneras – por el tiempo y el clima, por los alimentos y el agua, por la energía, el comercio, el transporte, la recreación y el turismo, por la salud y el bienestar, por la cultura y la identidad. Y en Chile por sobre todo, por el agua dulce, uno de los bienes mas preciados de nuestro país que se almacena ahí.
Alrededor de un 10% de la superficie terrestre está cubierta por glaciares o mantos de hielo, los cuales, junto al resto del océano contienen el 97% del agua del planeta, albergando hábitats únicos y estando interconectados con otros componentes del sistema climático mediante el intercambio mundial de agua, energía y carbono.
Además de la función que cumplen en el sistema climático, por ejemplo, la absorción y la redistribución del dióxido de carbono (CO2) natural y antropógeno. También del calor, así como el sostenimiento de los ecosistemas, los servicios que los océanos y la criosfera brindan a los seres humanos incluyen la provisión de alimentos, regulación del clima, identidad para las distintas comunidades, espacios para distenderse,
En los últimos decenios, el calentamiento global ha provocado una gran reducción de la extensión de la criosfera, con una pérdida impórtate de la masa de los mantos de hielo y un aumento de la temperatura del permafrost, lo que podría agravar de forma exponencial el cambio climático y sus efectos sobre el planeta. En las imágenes, una foto de los glaciares San Rafael y Glaciar Grey, en campos de Hielo Norte y Sur respectivamente.